Ser inseguros, tener miedos…

Ser inseguros, tener miedos…

En muchas ocasiones hemos dicho que el miedo no piensa. No deja pensar. Atrapa cualquier pensamiento cuerdo y lo transforma a su antojo.

También podemos indicar lo mismo de la inseguridad. La inseguridad en uno mismo genera miedo. A la inseguridad le gusta la regularidad, le gustan las rutinas, no acepta de buen grado los cambios, se hace resistente a ellos.

La inseguridad anida en cualquier persona. Mantenerla a raya es tarea de cada persona. A veces somos más eficaces en conseguirlo que otros, tenemos éxito en dominar el miedo y las consecuencias que éste nos acarrea. Cuando se convierte en algo patológico es cuando la inseguridad y los miedos dominan nuestras acciones de cada día y nos impiden ser y hacer lo que realmente nos gustaría.

En su zona de confort, la inseguridad requiere de palabras amables y dulces de forma constante. No encaja los rechazos. La inseguridad se alimenta de pensamientos fugaces, sesgos interpretativos i justificaciones carentes de conexión con la realidad.

Casi siempre gana la partida a las explicaciones razonables.

Una persona insegura es resistente al cambio, a las alteraciones de su entorno, a las innovaciones, a la alteración de rutinas.

Las pautas, las rutinas, las listas, rituales, sesgos informativos e interpretativos son el día a día de las personas que tienen inseguridad en ellas mismas. Les cuesta aceptar modificaciones en su día a día. Se sienten cómodos cuando las cosas salen bien haciendo lo mismo, las rutinas les genera seguridad, los entornos estables, poco cambiantes.

Los cambios deben producirse poco a poco, añadiendo elementos nuevos en pocas dosis o cantidades a sus día a día.

No van a escuchar a quién quiera cambiar su día a día. Si les está bien como están las cosas, no van a aceptar los cambios. Esos cambios generarían más inseguridad ya que no los dominarán, no los podrán realizar como a ellos les gustaría y como vienen haciéndolo siempre. Las rutinas generan convicción en lo que uno hace, lo que es estático refuerzo la actitud de la persona insegura y con mido a afrontar la vida, y con ella todo lo que traiga.

Desconfiarán de las personas nuevas. Sólo confiarán en la palabra y los actos de la persona de su entorno que genere más confianza y seguridad a su mundo, un referente conocido que de tranquilidad y calma a la inseguridad y los miedos de la persona que los padece.

Si debemos rechazar propuestas o actitudes de una persona insegura, debemos hacerlo reforzando otros aspectos de sus actos. Debemos ser firmes.

Si queremos introducir cambios en la vida de una persona que tiene inseguridad en si misma y miedo a la vida, y queremos que gane confianza:

  • Debemos hacer los cambios paulatinamente, dejando que se acostumbre a ellos. Quizá se dilate en el tiempo, pero podremos conseguir avances.
  • Reafirmemos lo que sí se hace correctamente, generando confianza en ella misma.
  • Desmitifiquemos afirmaciones que se adoptan como ciertas y verdaderas
  • No rechacemos de frente lo que nos indica, indiquemos la parte buena de la afirmación, rechazando aquello que no es correcto.
  • Ser tajantes, contundentes y totalitarios no nos va a servir como vía de comunicación frente a una persona insegura.
  • Prestemos atención ante lo que nos indican, sus pensamientos fugaces y desordenados tiene un orden específico que gira alrededor de la inseguridad y el miedo. Si no estamos atentos al discurso perderemos lo que realmente nos quieren transmitir.

Lidiar con los sentimientos y las emociones que conlleva el miedo y la inseguridad es difícil. A veces lo transformamos en ansiedad, otras en tristeza, otras en actos desmesurados y “descerebrados” … Suelen manifestarse de muchas maneras diferentes, podemos lidiar con ellos de maneras diferentes, pero la mayoría de las veces nos traicionan y condicionan nuestra vida.

¿Seguimos?

Sandra Sánchez

Psicóloga