VICENTE VARELA – COSTA
La palabra japonesa hinode significa belleza, esperanza renacida, la renovación de la naturaleza, el sol que todos los días vence a las tinieblas y viene apasionado desde el confín. Ocho horas más tarde, llega limpio a Levante, que podía llamarse así por ser el primer sol en nuestra tierra, pero no, esa palabra ya se usaba desde finales de XV. Levante era el Este, Italia y todas las regiones del Imperio Otomano, incluida Grecia. Pese a todo, hay un viento, que sí toma el nombre por ese sol que nace: es el amado y temido viento de Levante.
Mi amigo Vicente Varela - Costa vive gozosamente en Alacant, la millor terreta del mon, la Akra Leuka de los griegos o Lucentum, para los romanos. Podíamos decir de él, que es «un hombre de mundo»: licenciado en Ciencias Políticas, Económicas y Comerciales por la Universidad Complutense. Profesor del I. Hermanos Amorós de Villena. Director de Instituto Cervantes en Asunción del Paraguay y en París. Gobernador Civil de Tarragona y Huesca. Consejero de Educación y Cultura en las embajadas de España en Roma y Atenas. Director provincial de agricultura y pesca. Jefe de inspección fronteriza, puerto y aeropuerto de Alicante. Prolífico escritor, gran conversador.
Hace tiempo, dos tiros a bocajarro al mediar en un atraco con rehenes, casi le arrebatan la vida en el piso de arriba, Cataluña.
Me dice que nuestro Levante es, por antonomasia, Alicante, aunque incluya otras provincias. Me hace gracia su ocurrencia chovinista.
Viento, espacio, la tierra, las manos, la lengua viva de los antiguos, los caminos. Tal vez otro milagro cuando llegue ocaso por poniente. Ahora es el tiempo de la luz, la alborada que llega a las casas. Luminaria celeste y rosa que adivina rincones y que nos salva de la nada. Somos una historia, complemento de otras historias
Felipe Sérvulo