El límite que tu no marques, no será respetado

El límite que tu no marques, no será respetado

Esta afirmación es de mi compañero Tomás Navarro, psicólogo. Es algo que siempre tiene presente en sus sesiones, aplicable

a él mismo y, también, insiste mucho en que lo apliquen sus pacientes.

Y es que poner límites no es fácil.

Cuando hablamos de poner límites, o cuando aconsejamos los psicólogos poner límites, nos referimos a proteger la salud (sobre todo mental, pero también física) de la persona que tenemos delante (habitualmente un paciente), ya que la persona acude completamente desbordada y sin control sobre lo que puede, quiere o pretende hacer.

  • - En ocasiones nos encontramos al paciente con una falta de control de impulsos (no controla el consumo, compras, dinero, sustancias, juego, sexo…) que lo está llevando a situaciones límite en su día a día, tanto con él mismo como con su propio entorno.
  • - Los demás ven a la persona que no pone límites como un recurso a su disposición sin importar si queremos o no prestar ayuda a quién nos lo solicita (una fuente de recursos ajena).
  • - Los demás no son tan respetuosos con la vida de uno mismo. Usan a su antojo y no comprenden que en algún momento se les pueda decir que no. Hasta el momento no han experimentado la negativa, por qué vamos a empezar ahora… Y si expresamos una negativa, puede ser que sea puntual, y van a seguir intentando obtener lo que han venido a pedir.
  • - Debemos ser respetuosos con las personas que nos ven como un recurso a su disposición, pero a la vez nos mostraremos contundentes en nuestra negativa a seguir siendo ese “sparring” dispensador de atención, dinero, regalos, realizador de trabajos ajenos, sustituto en diferentes situaciones de la vida diaria…

Poner el límite debe hacerse antes de que uno realmente haya alcanzado un punto “de no retorno”, antes de que haya alcanzado su límite de aguante de las situaciones, antes de que las “cosas” se le vayan de las manos.

También debemos ser conscientes de la necesidad de poner límites a los demás. Hay pacientes que no ven esa necesidad, y no los pondrán por más que aconsejemos que actúen de una forma determinada.

Una persona que no marca límites en su vida a los demás suele acabar acumulando trabajo de los demás además del suyo propio, pagando dinero que no debería pagar y siendo una fuente de ingresos alternativa a los demás, cuidando familiares (menores o mayores) son un celo importante y considerando eso su deber o su obligación por encima de los demás que también deberían ser responsables…

En ocasiones la persona que no marca límites buscará refugio en soluciones nada apropiadas para liberar la tensión, la exigencia de otros y el sentirse juzgado por los demás (consumo de sustancias, por ejemplo).

Pongamos límites para (auto)protegernos. ¿Vemos cómo?

Sandra Sánchez

Psicóloga