El escritor de Viladecans, Ismael Pérez de Pedro, trae a la ciudad un nuevo galardón, esta vez el XXIV Certamen de poesía Maxi
Banegas de la ciudad alicantina de Pinoso. El poeta quiso agradecer esta distinción a los organizadores y miembros del jurado de este longevo y reconocido premio por elegir su trabajo entre los dos centenares presentados a concurso, y dedicárselo a su mujer, por acompañarle en unas peculiares circunstancias y, como siempre, a su amigo y profesor de lengua y literatura Joaquín Mindán. Esperamos que sigan los éxitos y publicamos en primicia su obra ganadora. Enhorabuena.
Metapoética de andar por casa
La poesía se escribe cuando ella quiere.
José Hierro
Llueve otra vez, creí que había parado,
está sucio el cristal de esa ventana,
van corriendo las nubes como un visillo viejo,
y se vierte la tarde sobre este folio en blanco.
Pero, ¿en serio?, ¿lluvia, ventana y folio en blanco?,
¿vas a usar recursos tan manidos?,
¿no vas a ser nunca el primero en hacer algo?
Llueve otra vez, la lluvia no me inspira,
al contrario, me exaspera su ruido
punzante en el tejado; sus aguijones líquidos
(veneno de pereza),
narcóticos que siempre me llevan al pasado...
No. No quiero que luego me reprochen
que siempre tengo un punto nostálgico en mis obras.
De qué voy a escribir si no me sé el futuro,
a ver si va a ser raro que escriba de memoria....
En fin, que no me centro, está la cosa mal,
y eso que he repasado el polvo del estante
donde comparten lindes Neruda y Espronceda,
el libro del poeta ese que canta,
la guía de París y la de Cuenca,
pero nada, ha quedado la bayeta igual
que mi alma; mojada, negra, irreutilizable...
Y llueve. Y no deja de llover.
Licuados alfileres hilvanan mi ventana
a unos ojos cansados de mirarse.
Tal vez haga una pausa y me prepare
un té de margarita deshojada...
Vigila el ritmo—dices—, un verso es matemática
(comentan entendidos de no sé
qué corriente purista que vuelve a estar de moda),
repasa los conceptos, huye de la mayéutica,
encripta tu lenguaje, que no se entienda nada,
quizás algún pedante te dore la peana...
Pues no, ¡ni así!; ya has dibujado caras
en el folio en blanco, estás perdido,
si les pintas bigotes, no hay poema
(quien lo probó lo sabe).
Me riman la pereza y la desgana.
Ten especial cuidado en medir hemistiquios,
pon almidón a tus alejandrinos,
los experimentos, con gaseosa
—decía aquel filólogo
que contaba que amor era palabra grave—.
Pero te has empeñado en tomarte licencias
y piensas que nada se rompe nunca
en dos mitades exactas, ni el ritmo
es algoritmo ni ha de marcar forzosamente
el paso como en desfile castrense,
que a veces el borracho es el que mejor baila...
En resumidas cuentas, que arrugas otro folio,
si al menos aún fumaras...
Oye, ¡y que sigue lloviendo!, ¡y que no para!,
¿según es la tristeza, son las lágrimas?
Y encima, me hace zapping la apatía;
un trastero, veinte tertulianos y alienígenas
(valga la redundancia),
aquí un par de gemelos reforman una casa...
Empiezo a sospechar que no haré nada
de provecho. Por cierto,
hazte mirar los encabalgamientos,
no vayas a empezar una vanguardia.
Desisto; quién me manda
meterme en estos líos, ¡si estaba tan tranquilo
echándome la siesta! Maldita sea la lluvia,
que cuando estoy soñando me despierta.
Asúmelo, nunca vas a escribir
“guedeja”, “proterva”, ni “pegujal”
ni llegarán, melladas, tus palabras
hasta esa esquina íntima del alma
en la que los secretos se desvelan
y el tiempo no esclaviza el albedrío.
De todas maneras, no doy todo por perdido,
lo que pasa es que llueve y ya he contado
que la lluvia abotarga mis sentidos.
Y, además, hay más hambre que talento
y el bizcocho que hiciste me está mirando a gritos,
sinestesia calórica que endulza mi fracaso.
Después vuelvo a intentarlo, lo prometo,
a ver si entonces vienen las palabras
y me calan estas hojas garabateadas.
¡Ay! si por lo menos fueran ya las ocho y media
y asomaras los ojos del mundo tras la puerta...
Tú me dirías que te sujetara el paraguas,
que te sabría mal mojar la entrada,
y yo me acercaría hasta tus labios
y te daría a probar un trocito
de cada segundo que te he estado echando en falta.