CONVERSACIONES DE L’ANTIC CAFÈ (I)

CONVERSACIONES DE L’ANTIC CAFÈ (I)

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En el Antic Cafè de Sant Boi sirven un solo largo bastante bueno para mi gusto, sin ser yo un consumado barista y siendo, por el contrario, un auténtico lego en la preparación de tan aromática bebida. Pido uno por costumbre, sin demasiada afición, por combatir mi pertinaz insomnio y hacer algo de tiempo (o deshacerlo)

estos días en los que acudo asiduamente de visita a otro lugar cercano a dicho bar. En él, dada la proximidad del complejo asistencial de salud mental, se reúnen casi a cualquier hora multitud de pacientes en régimen de día que van a almorzar, y quedan y charlan y fuman. Fuman mucho, fuman muchas veces mucho. Yo, que dejé el hábito del tabaco hace ya más de ocho años, los observo siempre con una curiosidad discreta, o pretendidamente discreta, mientras trato de diluir inútilmente mis inquietudes en la taza con la cucharilla, en medio de una niebla fragante y densa que se eleva sobre las mesas.

Hoy uno de esos pacientes con los que de vez en cuando intercambio alguna palabra (percibiendo en mí tal vez cierto grado de incomodidad, o de nostalgia, ante las nubes constantes que forman los cigarrillos) me ha dicho:” Los locos vemos la vida a través de un humo espeso, por eso tenemos casi siempre los ojos a punto de llover”.

Desde las mesas de al lado, los cuerdos nos han mirado con una insoportable condescendencia.

Ismael Pérez de Pedro.

Poeta.