EL SUEÑO DEL ARTISTA

EL SUEÑO DEL ARTISTA

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Desde niño, siempre me ha gustado lo que hago. No concibo otra cosa a la que dedicarme en la vida. Creo que no trabajo del todo mal y los clientes suelen decir que mi toque final es de lo mejor

de nuestras presentaciones. Aunque no sepan que soy yo el que lo da… Cuando la jefa de sala me comenta los piropos le respondo cada vez que no sé hacer nada más y que con ello me siento libre, dueño de mí mismo.

Levantarme por la mañana después de haber soñado un menú durante la noche me hace la existencia más preciosa. En mi cerebro se suceden exquisitos manjares dispuestos bellamente en platos blancos como la nieve. Veo cómo se preparan los ingredientes, cómo se van cocinando, en qué orden y con qué temperatura. Miro el resultado y me encanta. Solo tengo que escribir, al despertar, lo que acabo de vivir en otra dimensión.

También desde pequeño veía en mi padre la pasión por cocinar. Imagino que está en mí el mismo anhelo gracias a los genes que él me traspasó y a todas las veces en que le he observado trabajar. Quizás sea él quien, aprovechando el mundo de los sueños, me da instrucciones de qué debo hacer en cada momento, y por eso todo me sale fabuloso.

No me importan las estrellas que me puedan dar en el futuro, ni las críticas de los expertos ni de los que no lo son, ni los famosos que visiten un día mi restaurante. Allí seré el rey y haré lo que me plazca.

—Eh, ¿en qué piensas? Siempre estás en tu propia luna… ¿Tienes listo el pedido de la 6?

Sonrío. Sé que la maître me aprecia y solo bromea. Me apresuro en atender su petición mientras sigo confiando en que un día me llegará la oportunidad estrella. Aspiro a chef y estoy seguro de que conseguiré mi meta. Con constancia y ganas. Y será entonces cuando todo el mundo sabrá de lo que soy capaz.

Patricia Aliu

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