Estar en grupo de ayuda

Estar en grupo de ayuda

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Hace unas semanas tuve la oportunidad de crecer un poquito más con mis pacientes. Retomamos las terapias de grupo en la asociación (con todas

las medidas por Covid-19).

Volvieron a darme una lección de superación, de apoyo, de confianza, de confraternización, de solidaridad y de compasión de la que son capaces a pesar de la enfermedad (esclerosis múltiple).

No os voy a hacer un alegato en defensa de los grupos de ayuda. Están ahí, y están para ayudar a quién los necesite. Un grupo de ayuda significa que todos, quién más, quién menos, tiene el motivo para estar integrado en el grupo. Les une un punto en común (en este caso): la enfermedad. Y desde la propia vivencia, el respeto y la compasión hacia sus pares, encuentran puntos que pueda ayudarlos en su día a día para hacer frente a ese punto en común que les une.

Hay otro punto que flota en el aire, que a veces cae en el grupo y se trata en él, pero que siempre está presente, aunque no se mencione: el miedo. El miedo no deja pensar. El miedo abotarga, no deja hablar con claridad, cuesta expresarlo, cuesta recuperar las palabras adecuadas para decir qué ocurre o qué pensamos que ocurre.

Otro de los puntos que flota en el aire es la comparación. Verse reflejado en el otro induce al miedo. Aquello que debería ayudarme, la experiencia del otro que debería darme un punto de empuje para afrontar lo que corre, también causa pavor y miedo. El efecto espejo (y un espejo desdibujado porque somos los mismos, pero con nuestras diferencias) en el caso de la esclerosis múltiple, da miedo.

Las vivencias que pueden acudir en la conversación de grupo hacen que al asistente se le planteen diferentes dudas:

Pero, en este momento, vemos a los “supervivientes” de nuestro miedo, nos explican cómo lo llevan, lo sobrellevan, o lo intentan llevar… Y, de alguna forma, sabemos que podemos conseguirlo, o al menos, intentarlo. Ese es el gran esfuerzo, la labor, su día a día, de mis pacientes…

Estar en grupo de ayuda también con lleva complicidad, saber que el grupo ayudará, que es una piña (dependiendo de la madurez del grupo, claro está). Está compuesto por diferentes personalidades (que lo enriquece), diferentes puntos de vista, diferentes miedos, diferentes maneras de hacer y de pensar (que lo hace madurar y crecer), pero también, diferentes historias de superación, de confrontación, de lucha, de lloros y decepciones, de momentos bajos y momentos álgidos y de éxito.

No, estar enfermo, en este caso, no es fácil. Formar parte de un grupo, no es fácil tampoco. Pero, es una forma de avanzar.

¿Seguimos?

Sandra Sánchez

Psicóloga